Frutos

 

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (Gálatas 5:22-23 RVR1960)

Cuando plantamos para cosechar fruto es importante saber el tipo de semilla que estamos plantando. Usualmente los agricultores utilizan las fases de la luna para guiar el tiempo de la siembra. Un agricultor me comentó que si el fruto se da bajo la tierra (papa, yautía, batata, etc.), la semilla se debe plantar durante la luna creciente. Si el fruto se da encima de la tierra (en árbol, arbusto, enredadera, etc.), la semilla se debe sembrar durante la luna menguante. Los cristianos no somos diferentes. No todo creyente crece igual ni a igual velocidad aunque todos recibimos la misma comida (Biblia, oración y ayuno). El Salmo 1 compara al cristiano con una vida espiritual saludable con un árbol que está plantado junto a corrientes de aguas y añade que da su fruto en su tiempo.

Cuando recién le entregamos nuestra vida a Cristo la Biblia nos describe como bebés espirituales quienes deseamos “la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2). Cuando estamos en la etapa de bebé espiritual, el Apóstol Pablo lo describe como “inexperto en la palabra de justicia, porque es niño” (Hebreos 5:13). Es muy importante que nos alimentemos espiritualmente por medio de la oración y estudio de la Palabra de Dios. Ese es nuestro alimento para el alma. De esta manera creceremos sanos y robustos.  Una vez alcanzamos cierta madurez espiritual cambiamos el tipo de comida; Pablo le llama “el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14). ¿Cuándo comienzo a comer alimento espiritual sólido? Como te dije al principio, cada persona es diferente. Lo más sabio es que dejes que tu líder espiritual guie tu madurar en Cristo. Los pastores son responsables de velar por que tu crezcas sano y saludable espiritualmente.

Finalmente, es importante que en su tiempo comiences a dar frutos de un pecador que ha sido lavado en la sangre del Cordero, que sus pecados han sido perdonados, que ha pasado de muerte a vida, que ya no vives como bien te parece; mas bien, Cristo vive en ti. El capítulo 4 del libro de Marcos ilustra tipos de cristianos con la parábola del sembrador. Hay cristianos que dan fruto a 30, otros a 60, y otros a 100. Lo importante es que des fruto y que las cosas viejas de tu vida queden atrás pues he aquí todas son hechas nuevas. ¿Cómo sé cuáles son los frutos que debo producir? Galatas 5:22-25 nos los describe:

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

Te exhorto en esta hora, llénate de Dios, busca de su presencia cada mañana, mantente firme sin fluctuar, y verás como crecerás en Cristo saludablemente.

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